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A Ivan,
incondicional y fraterno.
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Antes de caer la tarde
y de que los pájaros cesen su jornada,
la loba asoma la cabeza sobre la primera estepa en el horizonte.
Jadeante,
miope,
se recuesta sobre la hierba y lame sus vendajes.
El sol hizo su jornada.
El manto de la tierra a oscuras le cierra los ojos
y su quejumbroso aliento
se calma.
Ya no tiene que temer;
(( He )) vuelto a las estepas.
.
V.
Pd:
Tu mano amiga donde puedo reposar mi rostro cansado.